Notas para disertaciones posteriores
- Andrés Téllez-Núñez
- Jun 25
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Updated: Jul 9
1. Lo objetivo es el anhelo de algo bueno; por ejemplo: todos queremos la “prosperidad”, todos queremos la “paz”, etc. No importa que haya definiciones equívocas de esas palabras; lo objetivo es (o parece ser) que todo sepamos en lo íntimo de nuestra mente qué es justo, qué es bueno, qué es felicidad, etc., a pesar de que o no podamos dar una definición de la palabra o de que la delineemos incorrectamente o de que las experiencias no sean objetivables (Gómez Dávila).
2. En el mundo nos movemos todos los días en un ejercicio básicamente hermenéutico que en la mayoría de ocasiones arroja conclusiones incompletas y falsas, simplemente porque somos ciegos y no podemos ver claramente nada. Casi todo lo que sale de nuestras bocas es adivinanza, cábalas y delineación constante y frecuente de hipótesis débiles mediante diálogos y autodiálogos.
2.1 Con Jesús siempre hay una forma correcta y buena de pensar y de proceder.
Jesús facilita todo (Kempis). Jesús es nuestro cireneo (Gómez Dávila).
3. Como “animales sitiados” (Gómez Dávila). Que no dejemos de vislumbrar la muerte para (así) poder precisar nuestro cometido cristiano aquí en el mundo imitando bien a Jesús. ¿Cómo veríamos o evaluaríamos lo de hoy si muriéramos hoy o supiéramos que moriremos dentro de poco? ¿Cómo apreciaríamos los asuntos mundanos? Creo que como bastante insignificantes. En sí mismos, cada situación y proyecto en el mundo parecen baladís. De eso se da uno clara cuenta cuando se vislumbra la muerte. Repito lo que dicen los que saben pensar y escribir: que cada día morimos un poquito (Séneca).
4. “Arrojados” (Heidegger) para que, poco a poco, a punta de errores, algunos de nosotros nos demos cuenta (ojalá) de cómo es que toca vivir para llegar al cielo. De cómo ser más felices aquí en el mundo, lo cual significa, básicamente, seguir a Jesús e imitarlo (Kempis).
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Hay que reconocerlo.
Mucho de lo pasado ha sido o mediocre o mal hecho.
¡Ay, qué vergüenza dan los pecados cometidos!
¡Ay, qué pena resulta de todas las comas mal puestas!
Causas: la inmadurez y también la voluntad deficiente.
Pero se puede empezar desde cero.
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