La preparación más significativa

Nos preparamos para el examen, para la entrevista, para la conferencia, para el siguiente trabajo, para el viaje, para la salida, para el trámite.

Y como lo dicen expresamente mis fuentes, para lo que en realidad hemos de prepararnos es para la muerte, pero no lo hacemos.

No digo que no debemos prepararnos bien y como Dios manda para todo. No defiendo la mediocridad. No defiendo el no explotar los talentos.

Pero la preparación más cuidadosa, como bien lo afirman mis profesores, debe ser para la muerte.

Hacer bien la tarea en la Tierra, sobre todo, y considerando la vida eterna.

Esta idea subyacente, fácilmente olvidable, rectifica tantas valoraciones terrenas que son equivocadas.

No subir en la Tierra.

Subir en la vida eterna es (debe ser) la misión.