El valor de la paciencia

1. No quiero que se me olvide tan fácilmente aquella apelación a la paciencia (descubriendo su valor intrínseco) que hacían los médicos, y que la situación misma implicaba y exigía en 2006 cuando, con mi familia nuclear, esperábamos las noticias desgarradoras en la sala de cuidados intensivos de la clínica Santa Fe. Ahí, a los 30 años, me di cuenta del valor del tiempo, de los momentos, de los privilegios, de lo que se podía y no se podía hacer.

   
   

   El tiempo de la Naturaleza y en ella siempre manda. No hay nada que hacer.

   
   

   Dicen que dijo aquel: si no encuentras tiempo para estar sano, tendrás que encontrar tiempo para estar enfermo.

   
   

2. Aquel decía en otras palabras algo que yo había escrito aquí: que muchas veces nos escapamos de aquello que más bien nos hace; que aborrecemos lo que nos conviene. Yo lo decía, pero apelando a la pereza. ¡Que lo que nos da pereza es lo que a fin de cuentas nos conviene!